Las queridas cebritas de la ciudad de la Paz Cumplen 8 años al servicio de los Paceños

Al medio día del 19 de noviembre de 2001, unas extrañas cebras de peluche cruzaron la calzada de la avenida 16 de Julio, en el paseo de El Prado.

Ese día, los desconcertados choferes reaccionaron molestos, pegaron bocinazos y no ahorraron insultos a estos personajes que, dentro del traje bicolor, ocultaban a un par de adolescentes que intentaban iniciar un plan de educación vial para la ciudadanía en el centro paceño.

Ese primer momento requirió una auténtica demostración de valor de parte de los chicos y chicas disfrazados de cebras de cuatro patas. Ocho años después, el proyecto experimental se ha convertido en parte importante del imaginario paceño, recuerda el actual ministro de Culturas, Pablo Groux, ex oficial de Culturas de la Alcaldía de La Paz y uno de los precursores del plan de educación ciudadana.

Fueron concebidas como un elemento de educación ciudadana caracterizado por el uso de elementos lúdicos y artísticos y la participación de adolescentes en su implementación, afirma la Directora de Cultura Ciudadana, Patricia Grossman. Asimismo, destaca que inicialmente su trabajo estaba dirigido a la educación vial, con el tiempo en el imaginario paceño se posesionaron como educadores urbanos, permitiéndoles educar sobre otras áreas, como consumo responsable de alcohol, basura, entre otros.

En un principio las cebras dependían de la Dirección de Juventudes y contaban con un presupuesto estimado de Bs. 56 mil., dinero que se utilizaba en la elaboración de trípticos, carteles y el pago de salarios a los jóvenes cebra, quienes en un principio ganaban Bs. 10 por día. Actualmente, su presupuesto se ha incrementado a medio millón de bolivianos, monto destinado a trajes y pago de salarios mensuales a 100 jóvenes (400 Bs. por una jornada de 4 horas diarias), cancelación que se realiza a través de la Fundación La Paz y el Hogar de niños Alalay.

De este centenar de jóvenes, 65 son mujeres y el resto varones. La edad de los educadores urbanos oscila entre los 16 y 22 años. Entre las chicas, 12 son madres y otros 12 muchachos y muchachas, estudiantes universitarios.

Formación de educadores urbanos

Los chicos cebra pasan constantemente talleres de capacitación sobre lenguaje corporal, ubicación en el espacio, relación con la gente y con su equipo, y, cuando ingresan al programa, se comprometen a cumplir una serie de estrictos requisitos; por ejemplo, el horario de trabajo, obediencia a las reglas, a las normas de la comunidad y la disciplina, entre otras más.

En estos ocho años de labor, el proyecto ha sumado e impulsado a alrededor 1.500 jóvenes, quienes habiendo participado en el proyecto han quedado fortalecidos, con mayor autoestima y con la capacidad de promover cambios en su vida.

De jóvenes incógnita a jóvenes héroes educadores urbanos

Pero el recorrido que tuvieron que pasar estos jóvenes no fue nada fácil cuenta Kathia Salazar, coordinadora del proyecto, puntualizando que con el tiempo la imagen de la cebra ha sufrido grandes cambios, pasando de ser un grupo que albergaba a jóvenes con problemas, como se los conocía a un principio, a un grupo de jóvenes valientes que se forman para enseñar a la ciudadanía.

A través de capacitaciones continuas, las cebras y burros que integran actualmente el proyecto están orgullosos de su labor y reciben a diario el reconocimiento de la población. Este aprecio se hace evidente a través de los dos premios Maya que han ganado, el primero en el 2005 con el título de “Maya Pueblo” y recientemente como “Mejor Campaña Educativa 2008”; con el reconocimiento de la empresa Transredes quien las nombró “Buen Conductor 2008” y en la Fipaz recibieron el reconocimiento “Personaje de La Paz”. Las cebras tienen su propio sitio en el Facebook con más de 8 mil fanáticos.

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