Séptimo arte desde la altura

La Paz acogió las primeras funciones de cine en el país y es la urbe que más realizadores y profesionales reconocidos ha dado al audiovisual nacional.


Por:Franchesco Díaz Mariscal *
El famoso biógrafo París en los años 30 del siglo pasado

El 20 de noviembre de 1904 ha quedado registrado, en los pocos volúmenes dedicados al respecto, como el día en que el cinematógrafo ingresa en la historia escrita nacional. Según recogen Gumucio1 y Mesa2, ese día un señor de nombre Luis Palacios realiza la primera función en la ciudad de La Paz, aunque Mesa indica luego otras referencias anteriores —de 1897, en el periódico El Comercio— que apuntalarían representaciones previas, incluso censuradas3. En todo caso, el reproductor creado por Edison llegó al país procedente de Perú y su introducción en la sociedad boliviana se da en la ciudad del Illimani.

Con dos o nueve años de retraso respecto de la primera función hecha por los hermanos Lumiére en París, la cosa es que el cine ya estaba en Bolivia. Y sin saberlo, iniciaba un derrotero que ha tenido quizás más bajos que altos, como varias otras de las expresiones artísticas en el país. Evitaré la cronología del paulatino paso a otras capitales, para hacer una larga elipsis y llegar a la época actual.

En algún momento no muy lejano, La Paz tenía cerca de 30 salas —revisen las carteleras en periódicos de los 70— y muchas de ellas eran de barrio, casi “negocios familiares”, aunque sus edificaciones reunían las condiciones (en algún caso mínimas) para que allí se proyectasen y pudieran verse películas. La cartelera actual, disponible en la red, nos indica que el espectro se ha reducido a 14 salas —a saber: Cinemateca, tres debidamente equipadas; Monje Campero y 16 de Julio, dos cada uno; 6 de Agosto, una; Plaza, una; Manfer, dos; Hollywood, tres—, a las cuales se debería incluir quizás la del Papillón, dedicada al público adulto.

Se anuncia y espera la creación de alrededor de 30 salas pequeñas entre los multicines de Irpavi y la avenida Arce. Esto da la idea, piratería de por medio, que no resulta tan mala opción administrar un cine, aunque muchas veces los números indiquen lo contrario —aspecto en el cual no vamos a adentrarnos.

Podemos decir, para cerrar este apartado dedicado a las funciones y las salas, que el público de La Paz es afecto y querendón de ir al cine. Largas colas en estrenos y premieres así lo confirman —dejando de lado el tradicional esnobismo paceño—, es una buena señal. Queda asimismo demostrado que ya el cine no es una actividad familiar para todos los fines de semana —costo de las entradas, facilidad de acceso a copias incluso antes del estreno, etc.—, pero hay experiencias de festivales y muestras donde las salas están casi en todo momento llenas. O sea, todavía se puede pensar en cine. Más con la creación —a la mode global— de salas para 200 o menos personas.

Esos cineastas collas

Luis Castillo González —nombre completo citado por Gumucio— parece ser el primer paceño que hizo una sucesión de imágenes en movimiento en La Paz, en la segunda década del siglo pasado. Luego, en la de los años 20, aparece el nombre del músico y cineasta José María Velasco Maidana. Fue el realizador de la mítica película Wara Wara, denostada en su momento, con la actuación, entre otros, de Arturo Borda, Marina Núñez del Prado y Guillermo Viscarra Fabré, y restaurada hace unos años gracias al respaldo del Estado alemán. Velasco también hacía otras cosas, como publicidades que, para la época, eran muy ingeniosas.

Durante varios años no brilla otro cineasta connotado de La Paz, aunque el chuquisaqueño Jorge Ruiz hace gran parte de su carrera desde la sede del Gobierno. Es en 1953, recién regresado de Chile, cuando Jorge Sanjinés Aramayo aparece en la escena del cine nacional con Revolución. Sería ocioso detenerse en la carrera del hasta ahora único realizador boliviano que ha trascendido realmente nuestras fronteras, habiendo ganado el Festival de San Sebastián en 1989 con La nación clandestina y siendo incluido por la UNESCO con una de sus nueve películas, Yawar Mallku, entre las 100 que deberían preservarse como patrimonio de la humanidad.

Antonio Eguino Arteaga empieza trabajando con Sanjinés y en 1974 debuta como realizador con Pueblo Chico. En esa misma década se forma el grupo La Escalera, por el que han pasado destacados técnicos y realizadores, como Guillermo Aguirre, Guillermo Barrios (†) y José Bozo, entre otros. Apelando una vez más al texto de Mesa, cabe incluir a Néstor Agramont (†); Waldo Cerruto Calderón de la Barca —director del desaparecido Instituto Cinematográfico Boliviano—; Jorge Guerra Villalba; Alfonso Gumucio Dagrón; Alberto Perrín; Augusto Roca (†); Alberto Villalpando; Armando Urioste y Eduardo López Zavala —ambos past directores del Consejo Nacional de Cine.

Óscar Soria Gamarra (†) puede ser considerado como el primer guionista “en serio” del cine nacional. Comenzó su nexo con el séptimo arte con Revolución y de ahí en más, hasta su deceso en 1985, trabajó con casi todos los realizadores nacionales, tanto en largometrajes (La Vertiente, Ukamau, Yawar Mallku, Chuquiago, Mi Socio) como en cortos.

Otra que merece una mención aparte, antes de ingresar en lo que son netamente realizadores, es la extinta Beatriz Palacios, parte entrañable de la productora Ukamau y una de las principales promotoras del cine en las zonas rurales del país.

La Cinemateca, un símbolo paceño

La historia dice que hace 33 años, el 12 de julio de 1976, se fundó la Cinemateca Boliviana, por empeño, entre varios otros, de Pedro Susz Kohl. Primero en ambientes de la Casa de la Cultura, luego y por más de dos décadas en el otrora Cine San Calixto, en la Pichincha e Indaburo, y desde octubre de 2007 en el vistoso lugar que ocupa actualmente en Sopocachi. Es el repositorio del cine nacional y un punto de comentario ineludible.

Esas cosas del centralismo han hecho que recién desde la década pasada, poco a poco y sin regularidad —porque el dinero no siempre está a la mano—, se haya comenzado a proyectar con ciclos y otras actividades en distintas ciudades del interior. Sin embargo, para los habitantes de la hoyada siempre será un referente, así como un punto de encuentro y, por su coqueta infraestructura, de envidia para los foráneos.

Directores y películas

La misma característica socioeconómica que mencionamos ha hecho que hasta ahora la gran mayoría de realizadores bolivianos hayan nacido en La Paz. A los conocidos Sanjinés y Eguino cabe agregar a Diego Torres Peñaloza (La calle de los poetas, Alma y el viaje al mar, La ley de la noche y Amores de lumbre); Marcos Loayza (Cuestión de fe, Escrito en el agua, El corazón de Jesús y El estado de las cosas).

Juan Carlos Valdivia (Jonás y la ballena rosada, American visa y Zona sur), Mauricio Calderón (El triángulo del lago), Fernando Vargas Villazón (Di buen día a papá), Sergio Calero (El clan), Rodrigo Ayala Bluske (Día de Boda e Historias de Vino, singani y alcoba; reside en Tarija, de donde proviene su familia materna) y el recién debutante Germán Monje Portugal (Hospital Obrero), entre los que han presentado sus producciones en pantalla grande.

Aspecto pendiente, común a la cinematografía boliviana y mundial, la carencia de directoras. La excepción es Mela Márquez Saleg (Sayariy). En video cabe mencionar a Raquel Romero y Carmen Julia Navarro.

La creación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba ha permitido asimismo la aparición de varios cineastas paceños especializados, entre los cuales citamos a Luis Bolívar, Carlos Crespo, Daniela Cajías, Ernesto Fernández, Luis Guaraní, Germán Monje, Juan Pablo Urioste, Miguel Valverde, Rodrigo Vargas, Alejandro Villegas y Alejandro Zárate. Varios de ellos han recreado la experiencia del aprendizaje en el país, compartiendo sus enseñanzas con gente de la Escuela de Cine y Artes Audiovisuales (La Paz), de la Escuela de Cine La Fábrica (Cochabamba y Santa Cruz) y en otras ciudades del país.

La llegada del formato digital ha permitido que la centripatía paceña termine de romperse —antes habían existido sólo algunas experiencias en Santa Cruz o Beni, pero ahora capitales como Cochabamba, Oruro, Potosí, Sucre y Tarija, además de la cruceña, se han hecho presentes en el cine nacional—, aunque todavía se siguen y seguirán haciendo películas en La Paz que hoy, festejante de los 200 años de libertad, es casi como un gran set de cine que está esperando a quienes deseen rescatar sus historias, sin importar que hayan nacido en ella o no.

* Guionista y cineasta paceño

1. GUMUCIO DAGRÓN, Alfonso. Historia del Cine en Bolivia. Editorial Los Amigos del Libro, La Paz, 1982. pp. 32 y ss.

2. MESA GISBERT, Carlos Diego. La Aventura del Cine Boliviano: 1952-1985. Editorial Gisbert y Cía. S.A., La Paz, 1985. pág. 18.

3. MESA. Op. Cit. Pp. 20 y ss.

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